A lo largo
del siglo XX el cine en la capital del santo reino era una referencia
inexcusable en la vida social de la población. No existía televisión ni ningún
otro tipo de ocio y el único escape que había era el séptimo arte. El hecho de
que en una misma sesión cinematográfica se ofertara diferentes localidades a
distinto precio posibilitaba que esta oferta de ocio fuera asequible a todas
las clases sociales. Mucha demanda con muchos cines de hasta tres sesiones
diarias, llegando en verano a ser la afluencia masiva.
El Iris Park, que luego se transformó en España y después en
Cine San Carlos, era ese cine que aglutinaba a toda la picaresca y toda la
golfería de la Jaén de la época. Ese fue el principal motivo que propició el
cambio de nombre de España a San Carlos acompañada de la gran reforma acometida
al edificio, por la fama que tenía. Situado en la calle Vergara, comenzó a
constituirse en enero de 1935 bajo las órdenes del arquitecto Luis Berges
Martínez sobre un caserón de dos plantas y un corral del que se conservaría su
rústica fachada. Durante la guerra civil los republicanos, al igual que con el
Teatro Cervantes, lo utilizaron para que sirviera de objeto de socialización del
pueblo jiennense, al igual que hizo el régimen franquista durante la posguerra,
aunque estos últimos con sus propios ideales. Se dice también que este teatro
era conocido como Iris Pipas, por la cantidad de pipas que se consumían.
El Cine San
Lorenzo se ubicaba a la altura del número 46 de la calle Almendros Aguilar. De
las ruinas del antiguo Teatro de Verano se creó este cine en 1950 de la mano
del dueño de la época del Bar San Francisco. El empresario Juan Ramírez, como
con otros cines de la ciudad, se hizo cargo de su gestión hasta su desaparición
en 1966.
El Cine Los
Rosales era un cine que se encontraba en la Plaza Rosales de la capital, un
tanto incómodo para la visión ya que carecía de la suficiente inclinación y
todo eran sillas. A finales de los cincuenta la pantalla de hormigón cedió ante
el fuerte viento y cayó sobre unas viviendas colindantes ocasionando varias
víctimas. Bajo la gestión de Juan Ramírez, cerró sus puertas en 1980.
Respecto al
Teatro Cervantes, aunque se dedicara principalmente a las funciones teatrales,
también ofertaba algunas sesiones cinematográficas como la de los domingos por
la mañana, donde ofertaba sesiones infantiles. Poco después de la desaparición
del complejo, al principio de la Calle Bernabé Soriano, existió el denominado
Cine Cervantes, que estuvo activo en la capital hasta bien entrado el siglo
XXI, época en el que también desaparece el Cine Alkazar, situado este en la
Calle Muñoz Garnica.
Justo ese
mismo año abrieron sus puertas en la Avenida de Eduardo García Maroto los Cines
Avenida, un establecimiento que tan solo contaba con dos salas modernas. Diez
años después se hicieron llamadas Multicines Avenida para reflotar el
establecimiento. Finalmente tuvo que cerrar en 2005 con el objetivo de abrir
una macro discoteca o sala de fiestas sin éxito.