La leyenda ubica un interesante episodio en el que el dueño del inmueble da cobido al rey Pedro I en esta casa sin saber que era él, pues venía de incógnito a Jaén en un momento difícil, ya que su vida corría peligro en la ciudad por las guerras que mantenía con su hermanastro.
El dueño de la casa descubrió que era el rey de Castilla porque a este le crujían las canillas (los huesos de los tobillos) y, entonces, decidió vigilar toda la noche, en un rincón junto a la alcoba donde dormía el rey, con una tizona en la mano.
El hombre le pidió agua y almenas para su casa, que era entonces un signo de distinción social, y así se llamó la casa como "Casa de las Almenas". Además el rey, le dió el apellido "Rincón", por haberlo vigilado desde un rincón, y también por eso se ha conocido como "Casa de los Rincones". Se cuenta que por estos hechos todos sus descendientes se convirtieron al cristianismo.
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