![](https://www.castillos-de-espana.com/data/media/1033/muralla_de_jaen_01_cde.jpg)
En el siglo
XII, con la llegada al poder de los almohades, el espacio urbano se
amplía ocupando casi toda la ladera del cerro de Santa Catalina.
Anteriormente apenas se habían producido modificaciones en la estructura
de la ciudad, que seguirá ocupando prácticamente el mismo espacio que
la ciudad romana; sus moradores reaprovechan la cerca romana
reforzándola en algunos tramos puntuales.
La nueva muralla
ampliará el espacio preexistente hacia el este, sur y suroeste abarcando
la zona comprendida entre el arroyo de San Pedro y Los Escuderos. Hacia
el norte la muralla se situará unos metros por fuera de la muralla romana. La
ampliación oeste englobará dos áreas. La primera se identifica con el
espacio que ocupa el teatro Infanta Leonor, y la segunda abarcaba la zona
comprendida entre Iglesia de la Magdalena y la
Puerta de Martos.
Ya en el siglo
XV, el Condestable Miguel Lucas de Iranzo realiza algunas reformas
en la fortificación y añadirá nuevos fosos y muros a los ya existentes.
Así mismo, construirá un cerco, de menor entidad que el islámico, que
englobará el arrabal de San Ildefonso. Se dice que existió un cerco primitivo del que ha quedado pocos vestigios en los sótanos del Palacio del Capitán Quesada, en el Conservatorio y en el Arco de San Lorenzo.
Debido a la expansión de la
ciudad, y a una desafortunada política de demoliciones llevada a cabo
principalmente en la segunda mitad del siglo XIX, desaparecieron muchas
de las murallas. Estas tenían un primer circuito árabe, con
las desaparecidas Puertas de Martos, del Aceituno, de Baeza, San Agustín, Santa María, y la Puerta de Granada. Ya después con los
cristianos se abrieron el Portillo de San Sebastián (Arco de los
Dolores), la Puerta del Sol, etc.
![](https://media-cdn.tripadvisor.com/media/photo-s/02/e5/d9/50/torreon-de-los-condes.jpg)
Desde
ésta descendía por la Calle Peso de la Harina hasta el Portillo de San
Jerónimo, situado al lado del Convento de Las Bernardas. Al
otro lado del convento se situaba La Puerta Nueva, conocida en la
actualidad como Puerta del Ángel, desde
donde la muralla ascendía hacia la Catedral de Jaén, encontrando a su paso la Puerta o Arco Noguera.
Finalmente, la muralla ascendía en dirección Oeste, enlazando con la muralla del Arrabal de Las Monjas. Una vez liquidada la amenaza de un ataque árabe, las murallas adquirieron una segunda misión, esta vez de carácter fiscal. Las mercancías que entraban y salían a la ciudad tributaban en sus puertas y así, éstas adquirieron carácter monumental. Del circuito aún quedan algunos restos en pie.
La muralla no
circunscribía el perímetro de la ciudad. Por el contrario, ésta se
extendía en arrabales a su alrededores y esto provocaba sucesivas
ampliaciones del recinto. El reciente descubrimiento de los yacimientos arqueológicos de Marroquíes Bajos,
a unos cientos de metros del casco histórico y ya en terreno llano, han
venido a controvertir radicalmente el concepto de la ciudad medieval
que hasta hace muy poco se tenía.
El hecho de que su extensión doblara la de la ciudad medieval conocida, allá por el siglo X, da una idea de hasta qué punto la población se diseminaba en las cercanías del núcleo principal, dedicándose a distintas actividades entre las que destacaría la agricultura. La muralla acogería así a aquellas clases sociales vinculadas al poder civil y religioso y a servicios tales como el comercio, los baños, etc.
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