viernes, 23 de febrero de 2018

Las murallas de Jaén

En el siglo XI, Jaén comienza a crecer reflejando el esplendor cultural y económico de Al-Andalus durante los Taifas, llevando los límites de la antigua madina desde el núcleo urbano situado en la zona de la Magdalena. Estas murallas primitivas serían destruidas para aprovechar sus materiales y espacios, al construirse la cerca definitiva, de más amplio perímetro, que vino a sustituirlas.

En el siglo XII, con la llegada al poder de los almohades, el espacio urbano se amplía ocupando casi toda la ladera del cerro de Santa Catalina. Anteriormente apenas se habían producido modificaciones en la estructura de la ciudad, que seguirá ocupando prácticamente el mismo espacio que la ciudad romana; sus moradores reaprovechan la cerca romana reforzándola en algunos tramos puntuales.

La nueva muralla ampliará el espacio preexistente hacia el este, sur y suroeste abarcando la zona comprendida entre el arroyo de San Pedro y Los Escuderos. Hacia el norte la muralla se situará unos metros por fuera de la muralla romana. La ampliación oeste englobará dos áreas. La primera se identifica con el espacio que ocupa el teatro Infanta Leonor, y la segunda abarcaba la zona comprendida entre Iglesia de la Magdalena y la Puerta de Martos.

Ya en el siglo XV, el Condestable Miguel Lucas de Iranzo realiza algunas reformas en la fortificación y añadirá nuevos fosos y muros a los ya existentes. Así mismo, construirá un cerco, de menor entidad que el islámico, que englobará el arrabal de San Ildefonso. Se dice que existió un cerco primitivo del que ha quedado pocos vestigios en los sótanos del Palacio del Capitán Quesada, en el Conservatorio y en el Arco de San Lorenzo.

Debido a la expansión de la ciudad, y a una desafortunada política de demoliciones llevada a cabo principalmente en la segunda mitad del siglo XIX, desaparecieron muchas de las murallas. Estas tenían un primer circuito árabe, con las desaparecidas Puertas de Martos, del Aceituno, de Baeza, San Agustín, Santa María, y la Puerta de Granada. Ya después con los cristianos se abrieron el Portillo de San Sebastián (Arco de los Dolores), la Puerta del Sol, etc.

El segundo circuito de las murallas, ya cristiano, englobaba el arrabal de San Ildefonso, partía probablemente de la Torre de San Agustín, en la Puerta de San Agustín, con dirección Este. Bajaría por las actuales Calle Correa Weglison, Calle Virgen de la Capilla y Avenida De Madrid, donde se encontraba la Puerta Barrera, principal entrada del barrio.

Desde ésta descendía por la Calle Peso de la Harina hasta el Portillo de San Jerónimo, situado al lado del Convento de Las Bernardas. Al otro lado del convento se situaba La Puerta Nueva, conocida en la actualidad como Puerta del Ángel, desde donde la muralla ascendía hacia la Catedral de Jaén, encontrando a su paso la Puerta o Arco Noguera.

Finalmente, la muralla ascendía en dirección Oeste, enlazando con la muralla del Arrabal de Las Monjas. Una vez liquidada la amenaza de un ataque árabe, las murallas adquirieron una segunda misión, esta vez de carácter fiscal. Las mercancías que entraban y salían a la ciudad tributaban en sus puertas y así, éstas adquirieron carácter monumental. Del circuito aún quedan algunos restos en pie.

La muralla no circunscribía el perímetro de la ciudad. Por el contrario, ésta se extendía en arrabales a su alrededores y esto provocaba sucesivas ampliaciones del recinto. El reciente descubrimiento de los yacimientos arqueológicos de Marroquíes Bajos, a unos cientos de metros del casco histórico y ya en terreno llano, han venido a controvertir radicalmente el concepto de la ciudad medieval que hasta hace muy poco se tenía.

El hecho de que su extensión doblara la de la ciudad medieval conocida, allá por el siglo X, da una idea de hasta qué punto la población se diseminaba en las cercanías del núcleo principal, dedicándose a distintas actividades entre las que destacaría la agricultura. La muralla acogería así a aquellas clases sociales vinculadas al poder civil y religioso y a servicios tales como el comercio, los baños, etc.

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