Cuenta
la leyenda que Jasmina era una joven bellísima, mora, de ojos rasgados y verdes,
que vivía en el Alcázar Nuevo del Castillo de Santa Catalina al ser amante de
don Miguel Lucas de Iranzo, Condestable de la ciudad. Dentro de la corte, existieron
muchos nobles envidiosos, quizá por esta aventura amorosa, o porque estaban celosos
del trato a favor que el Condestable daba a moros, gitanos y judíos.
Aprovechando
uno de los viajes que don Miguel Lucas realizaba por causas de guerra, un grupo
de nobles entró en la habitación de Jasmina. Estos la violaron, estando embarazada,
y la quemaron viva. Desde entonces, se comenta que por los atardeceres se
escucha por la zona el llanto de la bella princesa mora por las almenas de la
fortaleza, esperando a su amado.
En
1960, mientras se construía el Parador Nacional de Turismo, un guarda de
seguridad aseguró ver a la joven mora por la antigua entrada al Centro de
Interpretación, es decir, por las actuales escaleras de la cafetería del
parador. En alguna ocasión, al tomar una fotografía al cuadro del Condestable
que actualmente se expone en el salón de armas del Parador de Turismo, esta ha
salido velada.
Muchos
aseguran que esas visiones y sollozos pueden ser también de la mora del antiguo
palacio de los Reyes, en el Convento de Santa Catalina, o por la mora fallecida
en Caño Quebrado.
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