El ferrocarril por nuestras tierras no ha vivido un camino de rosas precisamente. La provincia siempre ha sido considerada de segunda categoría aun existiendo una industria minera importante en pleno corazón de la misma.
Todo
comenzó cuando en 1856 se constituye la Compañía de Ferrocarriles
Madrid-Zaragoza-Alicante (MZA). Esta empresa obtiene cuatro años más tarde el
tramo Manzanares-Córdoba, dentro de la línea general de Andalucía. En 1866 la
meseta castellana queda finalmente comunicada con Andalucía mediante el tramo
Venta de Cárdenas-Vilches atravesando el Paso de Despeñaperros con una longitud
de casi 30 kilómetros. Días más tarde se inaugura el tramo Vilches-Córdoba y en
1877 se inaugura el ramal de Vadollano con Linares. Por ese motivo se
constituye en mayo de ese año la Compañía de los Ferrocarriles Andaluces.
1879
fue clave para la provincia jiennense. Por fin se construyó la ampliación del
ramal de Vadollano, conectando el Paseo de Linarejos con Los Salidos. De este
modo, la comarca minera del norte de Linares exportaba el plomo y la plata sustraídos
de las minas.
No
fue hasta el 18 de agosto de 1881 cuando llega el primer tren de pasajeros a la
capital del Santo Reino al inaugurarse el tramo Espeluy-Jaén perteneciente a la
línea Puente Genil-Linares. A finales del siglo XIX se inauguran nuevas vías de
ferrocarril, en este caso los tramos Cabra-Puente Genil, Cabra-Jaén y
Espeluy-Linares.
No
será hasta la dictadura de Primo de Rivera cuando la Compañía de Ferrocarriles
de Madrid a Zaragoza y Alicante (MZA) optó por aprovechar buena parte de la
línea Madrid-Alcázar de San Juan para continuar desde ese punto, a través de
Despeñaperros, hacia Córdoba y Sevilla.
Tras
el fracaso de este proyecto se intentó llevar a cabo el conocido como Plan
Guadalhorce, o lo que es lo mismo, una línea de ferrocarril que conectara
Puertollano con Córdoba atravesando la serranía andaluza. Dicho plan fue
refrendado en 1926 aunque no fue aprobado hasta dos años más tarde. El
Ministerio de Fomento aprovechó la ocasión para contratar las obras del
ferrocarril de Puertollano a Marmolejo, desde donde finalmente se empalmaría
con la línea de Madrid a Sevilla.
Paralelamente
a esta actuación, comienza la construcción de la línea Baeza-Utiel-Frontera
Francesa, unas obras que se prolongaron en el tiempo. Ya con la llegada del
Franquismo culmina la electrificación del Paso de Despeñaperros dentro de un
plan de modernización que llevaría a la electrificación de todo el tramo entre
Alcázar de San Juan y Córdoba.
En
los años 60 comienza el declive de lo que un día fueron los años gloriosos del
ferrocarril en nuestra provincia. Un informe del Banco Mundial obliga al
abandono de las obras del ferrocarril de Puertollano a Marmolejo y paraliza las
de Baeza-Utiel-Frontera Francesa. A continuación se cerraron también los tramos
Linares-La Carolina y Linares-Espeluy.
Sin
embargo, también se modernizan las líneas de tranvía de Linares y La Loma,
uniendo estas mediante una estación subterránea bajo las vías de Linares-Baeza.
De este modo, la ciudad minera acabó unida con las ciudades renacentistas de
Úbeda y Baeza mediante un ferrocarril que sustituyó a los obsoletos tranvías.
Además, en 1976, se produce la electrificación del tramo Espeluy-Jaén y también
comienza un periodo de pruebas del nuevo electrotrén conocido popularmente como
Platanito.
Sin
embargo, en 1984, ya con el partido socialista en el poder, un Real Decreto
aprobado en Consejo de Ministro provoca el cierre del tramo Jaén-Puente Genil y
de la línea de ferrocarril Baeza-Utiel-Frontera Francesa. Esto, unido a la
construcción del AVE Madrid-Sevilla atravesando la serranía de Córdoba,
confirma el desmantelamiento ferroviario que sufre la provincia y que se
mantiene en la actualidad para desgracia de los que vivimos en estas tierras.
Actualmente,
la provincia espera su conexión a la Alta Velocidad a través del prometido corredor
Alcázar de San Juan–Jaén, algo que a duras penas verá la luz.