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El
convento de la Coronada fue una comunidad religiosa que se ubicó primitivamente
a la altura de la Puerta de Martos, a extramuros de la ciudad, cercano al
antiguo ejido de Santa Isabel. El origen de este convento se debe a una imagen
hallada por unos labradores en pleno siglo XIII. Cuenta la leyenda que en ese espacio
se realizó un hoyo para plantar un árbol y, al descubrir ese hueco, se
encontraron una campana y una imagen de una virgen, que nombraron “la Coronada”
porque llevaba una corona postiza.
Se
decidió inmediatamente construir una pequeña ermita para rendirle culto a la
santa, y no fue hasta el siglo XV cuando el Obispo de la ciudad, Don Alonso
Suárez de la Fuente del Sauce, decidió construir un convento en esas
inmediaciones bajo la advocación de la orden carmelitana.
En
estudios recientes se ha comprobado que Don Ambrosio Suárez, sobrino del obispo
Don Alonso, ordenó su enterramiento en la capilla mayor y mandó construir un
retablo y una hermosa reja del siglo XVI tallado por el Maestro Bartolomé de
Salamanca. Además, el rey Felipe II, que se hospedó temporalmente en el
interior del convento, donó una cruz que fue a parar en el convento sevillano
de la orden. Por último, la imagen de piedra de la Virgen Coronada y los
escudos que la decoraban acabaron siendo vendidas a un anticuario de Granada.
Tan solo la fachada ha sobrevivido a lo largo de los siglos, siendo rescatada
para ser portada principal de la Basílica Menor de Santa María la Mayor de
Linares.
La
orden se vio obligada a mudarse al centro de la ciudad, en concreto a la Plaza
de los Rosales, con el fin de buscar una comodidad que no poseía en su primera
ubicación. Para la construcción de este nuevo espacio se utilizaron materiales
reciclados de su anterior emplazamiento. En 1836, debido a la famosa
desamortización de Mendizábal, el convento se utilizó para diferentes usos
benéficos y militares. En 1860, el espacio se reconstruyó para que albergara la
nueva prisión de la ciudad y, en 1933, la cárcel cerró y el edificio fue
demolido por completo. Ya durante la época franquista fue cine de verano “Jalisco”,
después cine de verano “Rosales”, y finalmente su terreno se empleó para
diseñar una plaza pública, la actual Plaza de los Rosales.