viernes, 14 de junio de 2019

Cementerio de San Eufrasio II: La tumba de Rafael Martínez Molina


La tumba de Rafael Martínez Molina, de carácter puramente científico, es considerada como una verdadera tabla dedicada al conocimiento. Un enorme bloque de piedra labrada con multitud de detalles, que la hacen única en todo el recinto. Un proceso muy personalizado, muy rico en simbología y digno de estudio.

La lápida es muy alta, casi desproporcionada en relación con el cuerpo inferior de la tumba. En su parte frontal se lee la siguiente inscripción: “A la memoria del Doctor Don Rafael Martínez Molina. Falleció el 14 de marzo de 1888 R.I.P.”, todo ello escrito en una moldura labrada a modo de pergamino, que es sujetado por las patas de un enorme murciélago con las alas desplegadas y que domina todo el conjunto.

En las membranas de dichas alas, se leen los nombres de cuatro de las ciencias que dominaba el doctor: Química, Física, Botánica e Historia Natural, lo cual da a entender al visitante de su tumba que el doctor abarcaba todo aquel conocimiento. Justo encima de la cabeza del murciélago existe una especie de medallón, en cuyo interior pueden apreciarse lo que parecen ser escamas coronando lo que podría ser un sol naciente.

Todo el grupo escultórico está adornado con innumerables motivos florales, incluso en las partes laterales de la lápida, la cual queda rematada en su parte superior por un arco ligeramente ojival o gótico, coronado por una cruz latina de brazos muy cortos sobre una base octogonal, al estilo de un crucero, lo que la hace también desproporcionadamente pequeña en comparación con el tamaño de la lápida.

La parte posterior es más austera pero no por ello menos importante, puesto que presenta un búho o lechuza con las alas en reposo y rodeado de lo que podrían ser perlas, sobre una columna de fuste jónico y capitel decorado nuevamente con motivos florales.

Respecto al medallón con las escamas y el sol se puede decir que no son escamas, sino rayos que salen del sol naciente, simbolizando la iluminación del conocimiento fruto del estudio en las tinieblas de la soledad. El búho de la tumba hace mención al que llevaba la diosa griega Atenea, la latina Minerva, como símbolo de sabiduría. Posiblemente la presencia de ambos animales quiera reflejar la idea de que al sabio nada se le esconde. Pero el hecho de que el mochuelo, el búho o la lechuza vaya acompañado del murciélago induce a pensar en un sentido esotérico. Como experto en Antropología, Martínez Molina sabía de la fuerza que tienen los símbolos.

Se puede decir que Martínez Molina quería dejar un mensaje más como alegoría del conocimiento en todas sus acepciones, tanto científico como espiritual. Posiblemente Martínez Molina eligió personalmente todos esos símbolos clásicos para dejar clara su labor como humanista.

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