viernes, 7 de junio de 2019

Cementerio de San Eufrasio I: Desde sus orígenes

Este cementerio, maltratado hasta la saciedad, fue construido en 1829 por el arquitecto Manuel López Lara, tras haber sido cerrados los cementerios situados en el Ejido de Belén y la Huerta de los Capuchinos. En un principio, se le denominó Cementerio del Calvario, por su proximidad a la Ermita que hay en una colina cercana desde el siglo XVIII, la cual hoy sigue en pie aunque cerrada al público, algo muy típico de la capital del Santo Reino. Años más tarde de su apertura, el cementerio pasó a llamarse de San Eufrasio, en honor al patrón de la Diócesis de Jaén desde el siglo XVII.

Durante muchos años, este lugar estuvo bajo tutela y administración de la iglesia católica, hasta que en 1927 se estableció un acuerdo de cesión con el Ayuntamiento. Sufrió hasta dos ampliaciones, la primera en 1859, y la segunda en 1896, debido al crecimiento demográfico durante la segunda mitad del siglo XIX, donde se le añadió a la fachada la espadaña que aún conserva.

Junto al camposanto se habilitó el llamado “corral de los ahorcados”, para dar sepultura a los no cristianos y a los suicidas, y ya en 1874 se habilitó la zona de enterramientos civiles, justo donde se encuentra la fosa común en la que descansan los casi mil trescientos fusilados por la dictadura tras el final de la Guerra Civil, a los que hay que sumar los presos republicanos que morían en la cárcel. En total, casi mil setecientos jiennenses en una sola fosa. El 1 de noviembre de 2007 se inauguró el monumento en honor a las víctimas del franquismo realizado por el escultor Miguel Fuentes. 

En "el amable cortijo de los muertos", como así lo definía el célebre Don Rafael Ortega y Sagrista, se puede hacer un paseo por la evolución del arte fúnebre de los dos últimos siglos. Verdaderas joyas en el que se pueden encontrar enterramientos completamente religiosos, otros totalmente civiles, alguno con una más que pobre simbología esotérica y otros, incluso, de carácter puramente científico.

En él descansan aún los restos de las personalidades más influyentes de los siglos XIX y XX de la ciudad como Martinez Molina, Prado y Palacio, Almendros Aguilar, Roldán y Marín, Bernardo López, Flores de Lemus, Flórez Llanas, José Nogué, o incluso Flórez Urdapilleta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.