El
antiguo Convento Casa Grande de San Francisco de Jaén fue un edificio que
ocupaba el solar donde actualmente se levanta el edificio de la Diputación
Provincial. En el siglo XIII, durante la época de la conquista de la ciudad por
Fernando III “El Santo”, había en este lugar un bosque donde el rey tuvo un
pequeño palacio en el que residió algunos meses tras la conquista de 1246.
Pedro I cedió el terreno a los religiosos franciscanos en 1354, levantando allí
un convento en el lado norte del nuevo espacio urbano, promovido por el
Condestable don Miguel Lucas de Iranzo, y que tenía como principales referentes
la imponente Puerta de Santa María y la parte trasera de la Catedral. En 1524,
el convento fue entregado a los observantes, orden religiosa aparecida en el
seno de la orden franciscana como movimiento de reforma tendiendo a una mayor austeridad
y rigor de la vida conventual.
El
edificio tenía sencilla portada y torre austera, pero de grandes dimensiones.
Su iglesia estaba enriquecida con capillas nobiliarias con derecho a panteón,
cuya capilla Mayor, Capilla Real, fue sepulcro durante un tiempo de los
Infantes don Pedro y don Juan, hijos de Sancho IV, víctima ambos de la guerra
contra los nazaríes, hasta que sus cuerpos fueron trasladados al monasterio de
las Huelgas en Burgos. Esto fue el motivo por el que la nobleza local sintiera
especial predilección por enterrarse en este templo. De hecho, fueron los Condes
de Torralba los mayores benefactores del mismo, del que eran patronos de su
capilla mayor, su lugar de enterramiento, en el único convento de la provincia
que vivió sin propiedades ni censos de la caridad por el voto de la pobreza.
A
mediados del siglo XVI, concretamente en el año 1558, la familia
Córdoba-Mendoza sufraga junto con la comunidad franciscana, las obras de una
nueva Capilla Mayor cuyas trazas se encargaron al arquitecto Andrés de
Vandelvira. El gran arquitecto proyecta un remate ochavado al estilo de los que
ya había llevado a cabo en Alcázar o en La Guardia de Jaén.
El
claustro tenía doble galería porticada. Alrededor de dicho claustro había unos cuadros
de Pedro Atanasio que desaparecieron en el siglo XIX. Aún así, se conserva un
retrato de Santa Clara en el Museo Provincial de Jaén, obra de dicho autor.
Respecto al huerto, este era grande, pues sus tapias llegaban a las actuales
calles Los Álamos, Espartería y San Clemente. De dicho huerto, que en parte se
utilizó para construir el actual Mercado de San Francisco, en la actual calle Atarazanas
se conservaban tres cipreses, siendo estos talados a finales del siglo XX.
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Gracias
a esta orden franciscana se puede disfrutar en la actualidad de dos hermosas hermandades
que procesionan en las tardes mágicas de Semana Santa de la capital del Santo
Reino, como son: la Primitiva, Pontificia y Real Congregación
del Santísimo Cristo de la Vera Cruz y María Santísima
de los Dolores, más conocida como la cofradía de los civiles, y Pontificia y
Real Cofradía del Santísimo Cristo Yacente y Siervos de Nuestra Señora de la Soledad.
Jaén
tuvo la mala suerte de no conservar, al menos, parte del claustro, capilla y
paredes maestras del complejo, tal como había proyectado José María Cuenca, arquitecto
provincial, pero su idea fue desechada por la autoridad competente, que no quería
conservar resto alguno del inmueble.